Las clases dominantes de su país no estaban dispuestas a permitir que los campesinos tuvieran acceso a las mejoras sociales que con justicia aspiraban. Y la pobreza e injusticia marcaron la infancia de Rigoberta.
Tanto los militares como los "escuadrones de la muerte", una suerte de policía paralela, torturaron y asesinaron a varios miembros de su familia, incluida su madre.
Como vemos, razones para odiar la vida, razones para odiar la humanidad, motivos para odiar le sobraban a Rigoberta. Y sin embargo, incluso cuando sus hermanos optaban por unirse a la guerrilla, ella nunca tomó el camino del rencor y la violencia, ni dejó de luchar por aquello a lo que sentía que tenía derecho: su felicidad.
Es posible que le demos vuelta a nuestra adversidad, es posible que aquello que nos frena, que nos oprime, que nos impide ser felices nos sirva de impulso y motivación para trascender, para realizarnos.Mantener la fe en uno mismo, el equilibrio emocional, la fortaleza para perseverar a pesar de los difíciles pasos que deben darse, la inteligencia para lograr el objetivo, la tenacidad y el nunca bajar los brazos van a servirnos.
Todos enfrentan problemas, todos lo hacemos, y todos tenemos la posibilidad de superarlos, claro que podemos lograrlo. Imitemos a aquellos que son ejemplo de éxito, imitemos a Rigoberta y optemos por el camino de la paz y reconciliación, imitémosla en la búsqueda de nuestra felicidad. ¡Ánimo, tú mereces y puedes ser feliz!
Fuente: Motivalia
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