¡Olvídalas!
Los pasos tambaleantes, los pasos retrasados,
los pasos hacia atrás…
¡Olvídalos!
Las veces que pasaste ignorada, inadvertida, lastimada…
¡Olvídalas!
Los sueños consumidos, las ilusiones hechas cenizas,
los intentos hechos polvo y el amor hecho recuerdo…
¡Olvídalos!
Las veces que latió tu corazón y nadie se dio cuenta,
que quisiste hacer y no te dejaron,
que abriste los ojos y te cerraron los párpados…
¡Olvídalas!
Las estrelladas apagadas, los días opacos, el tiempo en blanco,
la luna dividida y las horas de cerrazón…
¡Olvídalas!
El manto de insignificancia, de masa, de anonimato, de rutina…
¡Olvídalo!
Las espinas largas y hondas, los secretos angustiosos y tristes,
las piedras altas e insalvables…
¡Olvídalas!
Las semillas que se te quedaron dormidas,
los vuelos que se te quedaron a ras de tierra,
las rosas que se secaron antes de tiempo…
¡Olvídalas!
La cáscara de la semilla, el lucimiento de la vanidad,
la máscara del hombre y el ropaje de la verdad…
¡Olvídalo!
No vivas hacia atrás. No comiences recargado de sombras.
No des la espalda a la luz. No te reflejes en lo que pasaste.
No te aferres al mismo punto de partida.
Párate en la proa de tu barco, levanta de nuevo las velas,
mira hacia lo largo y lo ancho
Zenaida Bacardí de Argamasilla
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