Cuando Carlos I de España saqueó Roma en 1527 los florentinos se aprovecharon del tumulto para restablecer la república; tanto Alejandro como Hipólito de Médicis huyeron junto con el resto de los Médici y sus partidarios principales, incluyendo al regente del Papa, el cardenal Silvio Passerini. Miguel Ángel, entonces ocupado creando una capilla fúnebre para los Médici se encargó al principio de fortificar Florencia en apoyo de la República; más tarde huyó de la ciudad. Clemente firmó finalmente la paz con el Emperador y, con el apoyo de las tropas imperiales, la república fue derrocada tras un largo sitio y los Médici fueron restablecidos en el poder en verano de 1530. Clemente concedió Florencia a su hijo Alejandro, que por aquel entonces contaba con 19 años y que había sido nombrado duque, un nombramiento que fue comprado por Carlos. Llegó a Florencia, empezó a gobernar el 5 de julio de 1531 y el Emperador creó el ducado hereditario de Florencia nueve meses más tarde (para la Toscana exterior al Estado Papal), lo que marcó el fin de la república
Sus numerosos enemigos entre los exiliados hicieron correr los rumores de que su gobierno era cruel e incompetente, una aserción sobre cuya veracidad los historiadores no se ponen de acuerdo. Una reminiscencia que simboliza la opresión de los Médici es la Fortezza da Basso, actualmente el mayor monumento histórico de Florencia. En 1535 la oposición florentina envió a su primo Hipólito a apelar a Carlos I contra algunas acciones del Duque, pero Hipólito murió por el camino. Entonces se dijo que había sido envenenado por orden de Alejandro.
El emperador apoyó a Alejandro contra los republicanos. En 1536 casó a su hija natural Margarita de Austria con Alejandro. Sin embargo, Alejandro permaneció fiel a su amante Taddea Malespina, con quien tuvo tres hijos naturales: Giulio, Giulia y Porzia.
Fuente: Wikipedia
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