domingo, 12 de abril de 2015

Biografía de Gómez Suárez de Figueroa

El día 12 de abril de 1539 nació Gómez Suárez de Figueroa, más conocido por el Inca Garcilaso de la Vega, escritor e historiador hispano-peruano uno de los mejores prosistas del renacimiento hispánico, cronista que nos trajo su personal visión del Imperio de los incas, fundamental en la historiografía colonial, dando una imagen armoniosa, idealizada y emocionalmente intensa del mundo precolombino y de los primeros años de la conquista española del Perú.

Garcilaso nació en Cuzco, antigua capital del imperio incaico, muy pocos años después de la muerte de Atahualpa, el último soberano inca.

Era hijo ilegítimo del capitán extremeño de Sebastián Garci Lasso de la Vega Vargas, conquistador de noble linaje (primo del famoso dramaturgo español Gracilaso de la Vega) y de una ñusta (princesa inca), Palla Chimpu Ocllo, bautizada como Isabel, quien descendía de una rama de la nobleza incaica al ser nieta de Túpac Yupanqui y sobrina de Huayna Cápac, emperador del “reino los cuatro suyos” o Tahuantinsuyo (nombre del Imperio inca en lengua quechua). También era prima de Atahualpa.

Fue bautizado como Gómez Suárez de Figueroa, al no tener derecho a llevar el apellido de su padre debido a su bastardía, recibiendo así los apellidos ilustres del mayor de sus tíos paternos y de otros antepasados que pertenecieron a la noble casa de Feria.

Durante los primeros años de su infancia, se crió junto a su madre y parientes maternos, quienes le enseñaron el quechua y le hicieron conocer toda la grandeza del Imperio incaico. Garcilaso tuvo acceso a la instrucción de los amautas, incas sabios instruidos en la mitología y cultura incas.

Gracias a la privilegiada posición de su padre, a los 13 años, ingresó en la Escuela de Mestizos de Juan Cuellar, en Cuzco, recibiendo una esmerada educación al lado de los hijos de Pizarro, mestizos e ilegítimos como él. Allí aprendió latín y la fe cristiana.

Hablaba a la perfección las lenguas española y quechua, y fue un entusiasta lector, lo que consolidó su bagaje cultural.

De joven, trabajó como secretario de su padre siendo éste Corregidor en Cuzco. Su padre le tenía un gran aprecio, prueba de ello son los escritos que le dirigía, siempre en tono cariñoso, y el hecho de que le dejara al morir, tierras en la región de Paucartambo y cuatro mil pesos de oro y plata, con el fin de que pudiera estudiar en España.

Sin embargo, el padre de Gracilaso se vio obligado a abandonar a la princesa inca a causa de la presión de la corona porque los nobles españoles se casasen con damas nobles españolas.

Y así lo hizo. Se casó con Luisa Martel de los Ríos y la princesa se ve obligada a abandonar la casa en la que vivía la pareja, no sin antes recibir una cuantiosa dote, que le sirvió para casarse con un soldado español. De esta unión tendría el inca dos hermanas. Dos años después de su boda, muere el padre.

Garcilaso tuvo necesidad de buscar su propia identidad a lo largo de su vida y a los veintiún años se trasladó a España con el fin de reclamar el derecho a llevar el nombre que le pertenece (entre sus antepasados ilustres se encontraban el poeta Garcilaso de la Vega, Jorge Manrique y el marqués de Santillana), lo que consiguió, y a él agregó orgullosamente el apelativo Inca, por el que se le conoce. También pretende reclamar su herencia, aunque esto no lo consigue.

Ingresa en el ejército pero, en 1590, muy probablemente dolido por la poca consideración en que se le tenía por su condición de mestizo, dejó las armas y las cambió por las letras.

Dos familiares de Gracilaso mueren dejándole en herencia grandes bienes, lo que hizo que en el futuro no se tuviese que preocupar de su sustento y aún disfrutase de cierta holgura económica y pudiese entregarse a la cultura sin problemas.

Se estableció en la localidad cordobesa de Montilla, ciudad en la que gozó de la protección de sus parientes paternos, y luego en Córdoba . Frecuentó los círculos humanísticos de Sevilla, Montilla y Córdoba y se volcó en la lectura de los poetas clásicos y renacentistas y en el estudio y la investigación de la historia que le permitirían escribir sus crónicas

Escribe su obra enteramente en España. Siguiendo las corrientes humanistas de la época, inició un ambicioso proyecto historiográfico centrado en el pasado americano, sobre todo en el del Perú.

Su primera crónica fue publicada en Lisboa bajo el título “La Florida del Inca” y data de 1605. Es una epopeya en prosa en la que nos habla de la conquista de la península de Florida por Hernando de Soto. En ella defiende la legitimidad de imponer en aquellos territorios la soberanía española para someterlos a la jurisdicción cristiana. Aún siendo su primera obra, quedan claras sus dotes como prosista y narrador.

El título más célebre de Garcilaso el Inca fue los “Comentarios reales”, la primera parte de los cuales apareció en 1609, también en Lisboa.

En esta primera parte, hace una síntesis de las dos principales culturas que configuran el Perú, y nos habla de la historia, cultura e instituciones sociales del Imperio inca, presentada como una marcha desde los oscuros tiempos de barbarie, a la venida de la gran cultura europea moderna.

De belleza sobria y formal, está escrita partiendo de sus recuerdos de infancia y juventud, de contactos epistolares que mantenía entre España y Perú, y visitas a personajes destacados del virreinato del Perú. Es uno de los intentos más importantes por conservar la memoria de las tradiciones de la civilización andina.

Está considerada su obra maestra y se estima el punto de partida de la literatura hispanoamericana.

La segunda parte fue publicada de forma póstuma en Córdoba, en 1617, y se titula“Historia general del Perú: trata el descubrimiento, de como lo ganaron los españoles, las guerras civiles que hubo entre Pizarros, y Almagros, sobre la partija de la tierra, castigo y levantamiento de tiranos, y otros sucesos particulares “ o, resumiendo, “Historia del Perú”. Ésta se ocupa de la conquista de esas tierras y de las guerras civiles

Sus obras son ricas en elementos autobiográficos y nos dejan claro que él era hijo de un importante noble español y recibió una educación europea de primer nivel, pero que a su vez descendía por parte materna de los antiguos gobernantes incas. Esto ha marcado sus obras, dotando en ellas a los monarcas incas de un carácter benévolo, gobernantes de un país en el que todos vivían bien alimentados y felices, y omitiendo, por ejemplo, los sacrificios humanos. Aunque algunas personas consideran que este detalle pudiera ser ignorado por el autor, ya que desde muy joven vivió en España, muy lejos de su tierra natal, la creencia generalizada es que la omisión es totalmente intencional, con el fin de mejorar la imagen que de los incas pudiéramos tener en Europa.

En 1612 se ordena clérigo y compra la Capilla de las Ánimas en la Catedral de Córdoba, donde quiere ser enterrado.

Falleció cuatro años después en Córdoba a la edad de 77 años, un día 23 de abril del año 1616.

El 25 de noviembre de 1978 el rey Juan Carlos I de España, hizo entrega de una arqueta conteniendo una parte de sus cenizas que reposan actualmente en la Catedral del Cuzco.

Fuente: El bibliófilo enmascarado

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