En París tuvo ocasión de vivir trascendentales sucesos revolucionarios que le conmovieron, y en el Reino Unido entró en contacto con la obra de Shakespeare, autor que por entonces era prácticamente desconocido en España. Luego continuó viaje por los Países Bajos, Alemania, Suiza e Italia, desde donde regresó a España a finales de 1796. En 1878 tradujo Hamlet, la primera versión española directa del inglés.
De los primeros años del siglo XIX, datan sus mejores comedias, escritas con un perfecto dominio del castellano, y en las que critica las costumbres de la época y la hipocresía social: El barón, La mojigata y El sí de las niñas. Esta última es considerada como su mejor obra y el mejor logro español dentro de la corriente de comedia de salón dieciochesca, que arranca de Molière y culmina en Goldoni.
Nombrado secretario de la Interpretación de Lenguas y miembro de la Junta de Teatros, abandonó sus cargos cuando se produjo el levantamiento popular de 1808 contra la invasión napoleónica. Más tarde, en 1811, José Bonaparte lo nombró bibliotecario mayor. Como la mayoría de afrancesados, abandonó la capital a raíz de la retirada de las tropas francesas, para dirigirse a Valencia y luego a Barcelona.
No obstante la ausencia de cargos contra él, en 1818 decidió dejar España y pasar a Francia, cuya cultura admiraba profundamente. En Burdeos conoció al ya anciano y amargado Goya, quien hizo de él un magnífico retrato, que se conserva en la Academia de San Fernando, en Madrid. La muerte le sorprendió en París, donde se había radicado.
En 1825 se editaron en esta ciudad sus Obras dramáticas y líricas y, póstumamente, su ensayoOrígenes del teatro español, en el que indaga en la evolución del teatro en España, y su epistolario. SusDiarios hubieron de esperar casi siglo y medio a ser publicados, pues no vieron la luz hasta 1968.
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