vestido de guirnaldas blancas,
oloroso a festín de enamorados.
Solo conté cinco décadas de hojas caídas
de un calendario extraviado en las gavetas.
Las copas estuvieron siempre vestidas de alforzas
el rostro de la risa semejó el arenal
de las horas sin minutos.
La memoria empolva y arruga los momentos
que creí coloridos.
Los pliegues variados siguen atando la vereda
de lo que nadie entiende de mi verso.-
Solo veo las escamas del sendero transitado
ellas sucumben ante la música estridente
de los insomnios,
nadie transita por la calle de los tiempos,
los desiertos son sus compañeros inseparables.
Sale el sol, vuelvo a las realidades
envueltas en las arrugas de las madrugadas,
Olvido la muerte de las violetas,
camino con mis zapatillas rojas
en búsqueda de la flor amarilla del camino
atino colocarla en su lugar
creo tener la calidez de la diestra,
disipada en la bruma de las leyendas que no leímos.
Siempre te veré junto al ocaso de las sombras
junto a las estrellas perdidas
de los enamorados…
Mariela Lugo
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