en la melancólica calma
de esa luna de plata
que iluminaba el parque
ahora huérfano de flores
y cubierto de escarcha,
encendiendo amores
con su llama escarlata.
Y entre amores, el nuestro
bajo el roble macilento
arrancándonos suspiros
que entibiaban el viento
de este gélido invierno
mientras tu boca y mi boca
iban derritiendo el hielo
con sus mil besos de fuego.
María Elena Astorquiza V.
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