Sus labios
sellaron el mejor de los poemas,
aquel que se quedó grabado
entre letras de Amor.
Sus manos
entonaron la más bella melodía
llena de suspiros y emociones
grabada en los poros de su piel.
Sus cuerpos
vibraron bajo los cálidos sones
de caricias compartidas
grabadas en los soles de sus días.
Allí, al abrigo del mar,
en una tarde de invierno,
soñaron y vivieron
el sol del verano de sus vidas.
Maria Glez Méndez
Foto de la red.
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