cuando te siento lejano
es una espina en mi pecho
clavada muy dentro,
una noche fría y oscura,
un cielo ennegrecido
sin estrellas ni luna,
un ruiseñor mal herido
que se quedó sin verano.
Pero si siento tu boca
fundida en la mía
en un húmedo beso,
el sol no se esconde
y se levanta al ocaso,
la aurora sucede al día,
el viento grita tu nombre,
yo revivo entre tus brazos
y en mi alma la alegría.
María Elena Astorquiza V.
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