otra vez la primavera
el amor ya se paseaba
sin cesar la noche entera
entre tu cuerpo y el mío,
de tus ojos a mis ojos,
de mis labios a tu boca,
de mi boca a tus antojos.
Temblaba tanto mi pecho
estremecido por tus besos
que creyendo que caías,
cual zarcillos se asían
tus brazos a mi cintura
y contigo en mi regazo,
mis caderas con ternura
te mecían aún dormido.
María Elena Astorquiza V.
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