prendida en los destellos de la luna,
busca las alas de libertad
que la vida le robó.
Anhela el calor del sol
sobre su vista ajada,
entre vaivenes de monotonía
de unos pies cansados
de vagar entre fulgores
de ayeres marchitos y
mañanas sin color.
Agarrada al brillo de las estrellas
que se dibujan en su almohada,
busca el destino inconcluso
de aquellas sonrisas derramadas
entre dolores del alma.
Espera el fin de aquel camino
lleno de espinas
que se clavan en sus llagas
cada vez más profundas.
Como ave que vuela al morir la noche,
se pierde entre los amaneceres,
escondiendo el dolor entre los brillos
de aquel nuevo sol,
esperando la llegada de su amada luna
que la impregnará de sueños irreales
en su mundo de locos sin sentido.
Esperando… esperando …
Ya sólo espera la llegada
de su última palabra,
un Adiós
que le devuelva las alas
que la vida le quitó
y volar
en la libertad del universo.
...
Maria Glez Méndez
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